Formación Permanente Comunidades Parroquia San
Francisco de Alameda 2013
Introducción.
El año 2013
está marcado en la Iglesia por volver al Concilio Vaticano II y al catecismo de
la Iglesia Católica, en sus años jubilares, es la gran invitación y el legado
de Benedicto XVI, en su Motu proprio “Porta
fidei”. Como Parroquia queremos que parte de los documentos conciliares estén
en nuestro referente de reflexión y adentrarnos a la experiencia de descubrir
la vocación laical y su servicio desde las Comunidades que forman San Francisco
de la Alameda, uniendo a la solicitud del Concilio de volver a las fuentes
ponemos en el horizonte el tesoro de la espiritualidad de San Francisco de Asís
y, especialmente, el testimonio laical de Fr. Pedro de Bardeci, cuya tumba,
lugar de su veneración, se encuentra en nuestro Templo. Con estos tres ejes,
Concilio Vaticano II y Catecismo de la Iglesia, espiritualidad franciscana, y
laicado iniciamos la búsqueda de Jesús, centro de nuestra vida.
El
primer tema será un acercamiento a la “santidad” en la Iglesia, un tema no
menor de reflexionar, cuando la comunidad de los creyentes se encuentra en la
encrucijada producida por la pública falta de testimonio de algunos de sus
ministros, lo cual se hace causa de su pérdida de credibilidad entre sus fieles
y más allá de ellos. Volver a preguntarnos, ¿es posible ser santos para el
mundo de hoy?, es una exigencia para dar razón de nuestra fe en Jesús y en su
comunidad, en este momento de la historia.
¿Qué es la Santidad?
El Concilio
Vaticano II reflexiona dentro del documento Lumen
Gentium sobre la este tema. Veamos, en primer lugar su contexto, en este
documento. Lumen Gentium parte definiendo que es la Iglesia, ella “… es en Cristo como un
sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la
unidad de todo el género humano, ella se propone presentar a sus fieles y a
todo el mundo con mayor precisión su naturaleza y su misión universal,
abundando en la doctrina de los concilios precedentes…” (LG 1). “Es en
Cristo” es un elemento central, cualquier figura o imagen que usemos para
comprenderla, sea redil, barca, viña, comunidad, etc., debe hacer referencia a
su pertenencia y a quien le da sentido (Cf. LG 6-7), o como decimos en al final
de las plegarias Eucarísticas, parafraseamos, la iglesia es por, con y en
Cristo. Su misión manifestar la comunión con Dios y con el género humano, esta
exigencia nunca se nos debe olvidar, no puede haber divorcio, o no debe mejor
dicho, entre fe y vida, entre lo celebrado y lo vivido. Los Padres Conciliares
optan por entender la Iglesia como Pueblo de Dios: “… fue voluntad de Dios el santificar y
salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros,
sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera
santamente…” (LG 9), prefigurada en la elección de Israel, es plenificada al ser adquirida por la sangre
de Cristo. “Dios formó una
congregación de quienes, creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el
principio de la unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que fuera
para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutífera…”
(LG 9) “Todos los hombres
están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios…” (LG 13) “…A esta sociedad de la Iglesia
están incorporados plenamente quienes, poseyendo el Espíritu de Cristo, aceptan
la totalidad de su organización y todos los medios de salvación establecidos en
ella, y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige mediante
el Sumo Pontífice y los Obispos, por los vínculos de la profesión de fe, de los
sacramentos, del gobierno y comunión eclesiástica. No se salva, sin embargo,
aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad,
permanece en el seno de la Iglesia «en cuerpo», mas no «en corazón»…”
(LG 14)
Hay
elementos importantes de destacar:
·
El Concilio Vaticano II no parte de la
distinción entre los fieles, al Pueblo de Dios se pertenece por voluntad de
Dios, “tener el Espíritu”, y por una adhesión cordial. No por poseer o no un
ministerio o un estado de vida. Es coherente con su misión y tarea, la
construcción de la comunión.
·
Reconoce la universalidad de su identidad, “todos
los hombres están llamados a ella”, comunión, fraternidad son expresiones que
hablan de su catolicidad. Si bien cierto lo católico tiene una dimensión
visible, la unión en la doctrina, la fe y la obediencia al sumo pontífice, sin
excluirla es mucho más que ello. Es ante todo la búsqueda de una casa común
donde todos los seres humanos puedan reconocerse en lo suyo y entre hermanos.
En el marco
de esta comunión universal de fieles, don y tarea de los seguidores de Jesús,
los Padres Conciliares comienzan a expresar las diversas vocaciones y
ministerios que encarnan la identidad de la Iglesia: Ministros ordenados (Cf.
LG 18-29), laicos (Cf. LG 30-38) y religiosos (Cf. LG 43-47), como su destino escatológico
ya hecho realidad (Cf. LG 48-51), como anticipo, en María (Cf. LG 52-69)
El tema de
la santidad no puede quedar fuera de estos dos ejes centrales definidos por el
Concilio:
·
Ella es voluntad y don de Dios. Un don del Hijo
para la Iglesia, “… amó a
la Iglesia como a su esposa, entregándose a sí mismo por ella…” (LG 39),
tiene como origen ese amor que se hace entrega, donación hasta la muerte, amor
que enriquece al otro, que lo mejora en todas sus dimensiones. Un don del
Espíritu Santo, Él es quien “…
los mueve interiormente para que amen a Dios con todo el corazón, con toda el
alma, con toda la mente y con todas las
fuerzas… y [los mueve] para que se amen unos a otros como Cristo nos amó…” (LG
40). La santidad no es externa al ser humano, está dentro de él para
cumplir la justicia, lo justo ante Dios, reconocerle y alabarle, y lo justo
ante el prójimo, amarle y servirle. La santidad es fruto de la acción
trinitaria, pues aún cuando no se explicite la acción del Padre, siempre es
bueno recordar que es la Fuente del Hijo y del Espíritu Santo.
·
Una vocación de la Iglesia a dar frutos para “…edificación de los demás…”,
según el “… propio estado
de vida [que lleva] a la perfección de la caridad…” (LG 39). La santidad
no es “mi propiedad”, “ni algo privado o intimista”, es profundamente social,
sus frutos son el compromiso con la realidad y con las transformaciones que
dicha realidad requiere para llegar a la comunión universal, tanto en mi vida
personal, en la sociedad o cultura donde me toca vivir, e incluso, dentro de la
propia comunidad creyente. Edificación, también, puede significar cuestionar
los estilos de vida o mentalidades, que pueden conllevar algún grado de molestias
o incomodidades. Sí en la Iglesia no hay vocaciones más importantes que otras,
tampoco existen estados de vida que por sí mismos realicen la santidad o la
excluyan, se exige la adhesión corporal y cordial al amor y su modelo que es
Jesús.
·
En LG 41, los Padres Conciliares detallan el
cómo en cada estado de vida se opera el camino de santidad. Para los pastores
se expresa en el cumplir “… su deber
ministerial, santamente y con entusiasmo, con humildad y fortaleza, a ejemplo
del Sumo y Eterno Sacerdote, pastor y obispo de nuestras almas…” Para los
sacerdotes en el ofrecimiento de “… sus oraciones y sacrificios por su pueblo y
por todo el Pueblo de Dios, reconociendo lo que hacen e imitando lo que
tratan…” Para “… los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino,
deben ayudarse mutuamente con fiel amor a mantenerse en la gracia durante toda
la vida, y educar en la doctrina y en las virtudes evangélicas a la prole
recibida amorosamente del Señor. De esta manera ofrecen al mundo el ejemplo de
un incansable y generoso amor, edifican la fraternidad en la caridad y se
presentan como testigos y cooperadores de la fecundidad de la Madre Iglesia,…” “…
Ejemplo parecido lo proporcionan, de otro modo, quienes viven en estado de
viudez o de celibato, los cuales también pueden contribuir no poco a la
santidad y a la actividad de la Iglesia. Aquellos que están dedicados a
trabajos muchas veces fatigosos deben encontrar en esas ocupaciones humanas su
propio perfeccionamiento, el medio de ayudar a sus conciudadanos y de
contribuir a elevar el nivel de la sociedad entera y de la creación. Pero
también es necesario que imiten en su activa caridad a Cristo, cuyas manos se
ejercitaron en los trabajos manuales y que continúan trabajando en unión con el
Padre para la salvación de todos. Gozosos en la esperanza, ayudándose unos a
otros a llevar sus cargas, asciendan mediante su mismo trabajo diario, a una
más alta santidad, incluso con proyección apostólica… ” Al final del
numero aparecen las palabras claves para entender el cómo santificarse en cualquier
estado de vida: “…aceptan todo con fe de la mano del Padre celestial y
colaboran con la voluntad divina, haciendo manifiesta a todos, incluso en su
dedicación a las tareas temporales, la caridad con que Dios amó al mundo”.
Ejercicio práctico: Visitar el templo y
descubrir las imágenes de santos o santas laicos.
Tenemos que hacer una primera opción "técnica", hacer una distinción básica entre laicos y clérigos, o sea, entre quienes han sido llamados a un ministerio ordenado y quienes no. En la Iglesia Católica solo pueden ser ordenados varones, por lo tanto se incluyen entre los santos laicos automáticamente las imágenes de las santas del Templo:
Santa Clara de Asís
Asís, Italia, 16 de
julio de 1194 - 11 de agosto de 1253,
religiosa. Seguidora fiel de San Francisco de Asís con el que
fundó la segunda orden franciscana o de hermanas clarisas.
Después de abandonar su antigua vida de noble, se estableció finalmente en
el monasterio de San Damián hasta su muerte.
Clara de Asís fue la primera y única mujer en escribir
una regla de vida para mujeres.
Su fiesta litúrgica es el 11 de agosto.
Santa Isabel de Hungría
Isabel nació en 1207 como hija del rey Andrés
II de Hungría y su esposa Gertrudis de Merania. Se casó con
el margrave Luis de Turingia-Hesse y según los registros y
leyendas, el matrimonio estuvo caracterizado por amor correspondido y
felicidad.
Isabel se quedó viuda siendo aún joven, dedicó su riqueza
a los pobres, construyó hospitales.
A partir de su canonización en 1236 se convirtió en un
símbolo de caridad cristiana para toda Europa, extendiéndose su culto muy
rápidamente y profundamente desde los territorios germánicos, polacos,
húngaros, checos, hasta los italianos, ibéricos y franceses.
Virgen María
Mujer judía de Nazaret en Galilea que
vivió entre finales del siglo I a.C. y la primera parte del siglo I d.C.
Según la narración bíblica en el Nuevo
Testamento, y según el Corán, María fue la madre de Jesús de Nazaret.
Una segunda nota "técnica", no haremos distinción entre religiosos y laicos, cosa que ya hicimos con Clara de Asís, por ello, consideraremos entre los seglar a los religiosos franciscanos no clérigos:
San Luis de Francia
25 de
abril de 1214 — Túnez, 25 de agosto de 1270.
Educado en la devoción y el misticismo por su madre, Luis IX combinó su tarea
de gobierno con un ascetismo que ha sido destacado tanto por la
hagiografía católica como por comentaristas laicos (Voltaire llegó a
decir que "No es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la
virtud"). Por momentos parecía un anacoreta, entregándose a prácticas
de mortificación como el hacerse azotar la espalda con cadenillas de hierro los
días viernes, o actos de auto humillación como lavar los pies a los mendigos o
compartir su mesa con leprosos.
Perteneció a la Orden franciscana seglar,
fundada por San Francisco de Asís. Fundó muchos monasterios.
Asistió al Concilio Ecuménico latino
de Lyon I, (convocado en 1245 y presidido por el
Papa Inocencio IV); donde, además de deponer y excomulgar al
emperador Federico II se convocó
una cruzada (la séptima) de la que se designó a Luis IX al
mando.
San Roque
No existe consenso sobre el lugar y fecha de su
nacimiento. La tradición dice que nació en Montpellier, entre los años
1295 o 1348/50 - 1317 o 1376/79.
Fue un peregrino laico que se desplazó a Roma.
Recorrió Italia y se dedicó a curar a todos los infectados de
la peste.
Su onomástica es el 16 de agosto. Santo protector
ante la peste y toda clase de epidemias
San Benito de Palermo
Fraile italiano nacido en Sicilia en el
año 1526 se cree que cerca de Mesina y fallecido
en 1589 en Palermo.
De origen africano, fue hijo de esclavos y negro de piel,
ingresó en el convento de Santa María de Palermo. Su analfabetismo le
relegó a la cocina del convento. Desde la cocina su piedad, su humildad y sobre
todo los milagros que se le atribuyeron, sobre todo curaciones, le dieron gran
fama, lo que le llevó a ser elegido prior en 1578. Después fue maestro de
novicio, para después volver a ser cocinero, donde sus platos le daban fama de
taumaturgo. Su fiesta se celebra el 4 de abril.
San Diego de Alcalá
Sevilla, 14 de
noviembre de 1400 – Alcalá de
Henares (Madrid); 13 de noviembre de 1463.
Vistió
el hábito franciscano, como hermano lego en la Orden
de los Frailes Menores de la Observancia.
Fue misionero en Canarias donde llegó a ocupar el puesto de
guardián del convento. Fue canonizado por
el papa Sixto V en 1588 en la única canonización realizada
por la Iglesia Católica durante el siglo XVI, ya a finales del mismo. Es
considerado patrono de los Hermanos legos franciscanos (no clérigos) por haber
sido el primer hermano lego canonizado en la Orden.
Su celebración tiene
lugar el 13 de noviembre.
Fray Pedro de Bardeci
Nació en Orduña, (Vizcaya) en
1641, hijo de una familia acomodada y profundamente cristiana. Alrededor
de 1661, emigró con sus hermanos José y Francisco hacia México. Una
vez instalados, se dedicó al comercio del tabaco, que le proporcionó bienestar
y dinero. Dado que algunas propuestas de los negocios lo alejaban de la
rectitud y la justicia, decidió abandonar el negocio y se contrató como
escribano en una nave que lo trasladó el año 1666 al Virreinato
del Perú, estableciéndose en el Alto Perú,
actualmente Potosí-Bolivia. Allí sirvió de ensayista de metales y pedagogo
de dos jóvenes de una aristocrática familia.
Los testimonios recogidos
relatan pasajes que destacan su amor a Cristo crucificado y a la
Santísima Virgen María, llegando hasta nuestros días la crónica de sus
contemporáneos relativa a su vida de austeridad y penitencia. En 1674 una
imagen de la Virgen María lo guiará en su viaje a la ciudad de Santiago de
Chile. El 8 de septiembre de 1675 ingresó al noviciado en
la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad, perteneciente a la
Observancia, en la Recoleta Franciscana de Nuestra Señora de la
Cabeza y al año siguiente profesó las Reglas del Padre San Francisco.
Falleció el 12 de
septiembre de 1700
San José de Nazaret
Según diversos textos
neotestamentarios, el esposo de María, la madre de Jesús de
Nazaret y, por tanto, padre terrenal de Jesús. Según los Evangelios, era
de oficio artesano (en el original griego, «τεχτων»; Mateo 13:55a),
lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se concretó
en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien
igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a). De
condición humilde, aunque las genealogías
de Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38, lo presentan como
perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de
su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo
tenía ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación.
Y finalmente:
Si, Jesús de Nazaret es un laico. Es verdad no le podemos aplicar ninguna de las dos distinciones "católicas" que hicimos entre clérigos o laicos dentro de nuestra Iglesia, como tampoco a la Virgen María o a san José. Pero desde la fe y práctica judía de Jesús podemos afirmar:
En la época de Jesús existía algo parecido a nuestro ministerio ordenado, los levitas y el sacerdocio. En Israel las funciones cultuales fueron
confiadas a los levitas [/ Levítico]. Los textos más antiguos relativos a Leví
no hacen referencia al sacerdocio (Gén 34,25-31; 49,5ss); pero la bendición
pronunciada por Moisés sobre la tribu de Leví atribuye a esta tribu las
diversas funciones sacerdotales (Dt 33,8-11). La tradición referida en Jue 17
demuestra que se reconocía a los levitas una competencia especial para el culto
(Jue 17,7-13). En el Pentateuco, el sacerdocio propiamente dicho fue
confiado a "Aarón y a sus hijos" (Ex 28,1; Lev 8,1). Aarón, hermano
de Moisés, era de la tribu de Leví. Los otros levitas fueron dados a Aarón para
ayudarle en las tareas secundarias (Núm 3,5-10). Las genealogías de los libros
de las Crónicas relacionan con la descendencia de Aarón a los sumos sacerdotes
del templo de Jerusalén (1 Crón 5,27-41; 24,1ss). Así se afirmaba el principio
del sacerdocio hereditario, que aseguraba la continuidad de la institución. A diferencia
de los profetas, cuya vocación no dependía de su origen familiar, sino de una
iniciativa imprevisible de Dios, los sacerdotes y los levitas eran tales en
virtud de su pertenencia a una familia sacerdotal o levítica. Los antecedentes que tenemos de Jesús es que pertenecía o descendía de la tribu de Judá, por ende, no pertenecía a las familias sacerdotales. Así podemos afirmar sin dudas que Jesús era un laico.
En conclusión es bueno ver en un cuadro general los
estilos y modos de vidas de estos testigos:
Casados
|
4
|
Padres
|
4
|
Viudos
|
1
|
Dedicados a asuntos de Estado
|
2
|
Religiosos
|
4
|
Dedicados a la atención de enfermos
|
3
|
Obreros
|
2
|
Dueña de Casa
|
1
|
Peregrinos
|
2
|
Comerciante
|
1
|
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