27 de abril de 2013

Tema 1: Laicado y Santidad


Formación Permanente Comunidades Parroquia San Francisco de Alameda 2013

Introducción.

El año 2013 está marcado en la Iglesia por volver al Concilio Vaticano II y al catecismo de la Iglesia Católica, en sus años jubilares, es la gran invitación y el legado de Benedicto XVI, en su Motu proprio “Porta fidei”. Como Parroquia queremos que parte de los documentos conciliares estén en nuestro referente de reflexión y adentrarnos a la experiencia de descubrir la vocación laical y su servicio desde las Comunidades que forman San Francisco de la Alameda, uniendo a la solicitud del Concilio de volver a las fuentes ponemos en el horizonte el tesoro de la espiritualidad de San Francisco de Asís y, especialmente, el testimonio laical de Fr. Pedro de Bardeci, cuya tumba, lugar de su veneración, se encuentra en nuestro Templo. Con estos tres ejes, Concilio Vaticano II y Catecismo de la Iglesia, espiritualidad franciscana, y laicado iniciamos la búsqueda de Jesús, centro de nuestra vida.

                El primer tema será un acercamiento a la “santidad” en la Iglesia, un tema no menor de reflexionar, cuando la comunidad de los creyentes se encuentra en la encrucijada producida por la pública falta de testimonio de algunos de sus ministros, lo cual se hace causa de su pérdida de credibilidad entre sus fieles y más allá de ellos. Volver a preguntarnos, ¿es posible ser santos para el mundo de hoy?, es una exigencia para dar razón de nuestra fe en Jesús y en su comunidad, en este momento de la historia.

¿Qué es la Santidad?

El Concilio Vaticano II reflexiona dentro del documento Lumen Gentium sobre la este tema. Veamos, en primer lugar su contexto, en este documento. Lumen Gentium parte definiendo que es la Iglesia, ella “… es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano, ella se propone presentar a sus fieles y a todo el mundo con mayor precisión su naturaleza y su misión universal, abundando en la doctrina de los concilios precedentes…” (LG 1). “Es en Cristo” es un elemento central, cualquier figura o imagen que usemos para comprenderla, sea redil, barca, viña, comunidad, etc., debe hacer referencia a su pertenencia y a quien le da sentido (Cf. LG 6-7), o como decimos en al final de las plegarias Eucarísticas, parafraseamos, la iglesia es por, con y en Cristo. Su misión manifestar la comunión con Dios y con el género humano, esta exigencia nunca se nos debe olvidar, no puede haber divorcio, o no debe mejor dicho, entre fe y vida, entre lo celebrado y lo vivido. Los Padres Conciliares optan por entender la Iglesia como Pueblo de Dios: “… fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente…” (LG 9), prefigurada en la elección de Israel,  es plenificada al ser adquirida por la sangre de Cristo. “Dios formó una congregación de quienes, creyendo, ven en Jesús al autor de la salvación y el principio de la unidad y de la paz, y la constituyó Iglesia a fin de que fuera para todos y cada uno el sacramento visible de esta unidad salutífera…” (LG 9) “Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo Pueblo de Dios…” (LG 13) “…A esta sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente quienes, poseyendo el Espíritu de Cristo, aceptan la totalidad de su organización y todos los medios de salvación establecidos en ella, y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige mediante el Sumo Pontífice y los Obispos, por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del gobierno y comunión eclesiástica. No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia «en cuerpo», mas no «en corazón»…” (LG 14)

Hay elementos importantes de destacar:

·         El Concilio Vaticano II no parte de la distinción entre los fieles, al Pueblo de Dios se pertenece por voluntad de Dios, “tener el Espíritu”, y por una adhesión cordial. No por poseer o no un ministerio o un estado de vida. Es coherente con su misión y tarea, la construcción de la comunión.
·         Reconoce la universalidad de su identidad, “todos los hombres están llamados a ella”, comunión, fraternidad son expresiones que hablan de su catolicidad. Si bien cierto lo católico tiene una dimensión visible, la unión en la doctrina, la fe y la obediencia al sumo pontífice, sin excluirla es mucho más que ello. Es ante todo la búsqueda de una casa común donde todos los seres humanos puedan reconocerse en lo suyo y entre hermanos.

En el marco de esta comunión universal de fieles, don y tarea de los seguidores de Jesús, los Padres Conciliares comienzan a expresar las diversas vocaciones y ministerios que encarnan la identidad de la Iglesia: Ministros ordenados (Cf. LG 18-29), laicos (Cf. LG 30-38) y religiosos (Cf. LG 43-47), como su destino escatológico ya hecho realidad (Cf. LG 48-51), como anticipo, en María (Cf. LG 52-69)

El tema de la santidad no puede quedar fuera de estos dos ejes centrales definidos por el Concilio:
·         Ella es voluntad y don de Dios. Un don del Hijo para la Iglesia, “… amó a la Iglesia como a su esposa, entregándose a sí mismo por ella…” (LG 39), tiene como origen ese amor que se hace entrega, donación hasta la muerte, amor que enriquece al otro, que lo mejora en todas sus dimensiones. Un don del Espíritu Santo, Él es quien “… los mueve interiormente para que amen a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y  con todas las fuerzas… y [los mueve] para que se amen unos a otros como Cristo nos amó…” (LG 40). La santidad no es externa al ser humano, está dentro de él para cumplir la justicia, lo justo ante Dios, reconocerle y alabarle, y lo justo ante el prójimo, amarle y servirle. La santidad es fruto de la acción trinitaria, pues aún cuando no se explicite la acción del Padre, siempre es bueno recordar que es la Fuente del Hijo y del Espíritu Santo.
·         Una vocación de la Iglesia a dar frutos para “…edificación de los demás…”, según el “… propio estado de vida [que lleva] a la perfección de la caridad…” (LG 39). La santidad no es “mi propiedad”, “ni algo privado o intimista”, es profundamente social, sus frutos son el compromiso con la realidad y con las transformaciones que dicha realidad requiere para llegar a la comunión universal, tanto en mi vida personal, en la sociedad o cultura donde me toca vivir, e incluso, dentro de la propia comunidad creyente. Edificación, también, puede significar cuestionar los estilos de vida o mentalidades, que pueden conllevar algún grado de molestias o incomodidades. Sí en la Iglesia no hay vocaciones más importantes que otras, tampoco existen estados de vida que por sí mismos realicen la santidad o la excluyan, se exige la adhesión corporal y cordial al amor y su modelo que es Jesús.
·         En LG 41, los Padres Conciliares detallan el cómo en cada estado de vida se opera el camino de santidad. Para los pastores se expresa en el cumplir  “… su deber ministerial, santamente y con entusiasmo, con humildad y fortaleza, a ejemplo del Sumo y Eterno Sacerdote, pastor y obispo de nuestras almas…” Para los sacerdotes en el ofrecimiento de “… sus oraciones y sacrificios por su pueblo y por todo el Pueblo de Dios, reconociendo lo que hacen e imitando lo que tratan…” Para “… los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino, deben ayudarse mutuamente con fiel amor a mantenerse en la gracia durante toda la vida, y educar en la doctrina y en las virtudes evangélicas a la prole recibida amorosamente del Señor. De esta manera ofrecen al mundo el ejemplo de un incansable y generoso amor, edifican la fraternidad en la caridad y se presentan como testigos y cooperadores de la fecundidad de la Madre Iglesia,…” “… Ejemplo parecido lo proporcionan, de otro modo, quienes viven en estado de viudez o de celibato, los cuales también pueden contribuir no poco a la santidad y a la actividad de la Iglesia. Aquellos que están dedicados a trabajos muchas veces fatigosos deben encontrar en esas ocupaciones humanas su propio perfeccionamiento, el medio de ayudar a sus conciudadanos y de contribuir a elevar el nivel de la sociedad entera y de la creación. Pero también es necesario que imiten en su activa caridad a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en los trabajos manuales y que continúan trabajando en unión con el Padre para la salvación de todos. Gozosos en la esperanza, ayudándose unos a otros a llevar sus cargas, asciendan mediante su mismo trabajo diario, a una más alta santidad, incluso con proyección apostólica… ” Al final del numero aparecen las palabras claves para entender el cómo santificarse en cualquier estado de vida: “…aceptan todo con fe de la mano del Padre celestial y colaboran con la voluntad divina, haciendo manifiesta a todos, incluso en su dedicación a las tareas temporales, la caridad con que Dios amó al mundo”.

Ejercicio práctico: Visitar el templo y descubrir las imágenes de santos o santas laicos.

Tenemos que hacer una primera opción "técnica", hacer una distinción básica entre laicos y clérigos, o sea, entre quienes han sido llamados a un ministerio ordenado y quienes no. En la Iglesia Católica solo pueden ser ordenados varones, por lo tanto se incluyen entre los santos laicos automáticamente las imágenes de las santas del Templo:

Santa Clara de Asís

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Asís, Italia, 16 de julio de 1194 -  11 de agosto de 1253,  religiosa. Seguidora fiel de San Francisco de Asís con el que fundó la segunda orden franciscana o de hermanas clarisas. Después de abandonar su antigua vida de noble, se estableció finalmente en el monasterio de San Damián hasta su muerte.
Clara de Asís fue la primera y única mujer en escribir una regla de vida para mujeres.
Su fiesta litúrgica es el 11 de agosto. 

Santa Isabel de Hungría



Isabel nació en 1207 como hija del rey Andrés II de Hungría y su esposa Gertrudis de Merania. Se casó con el margrave Luis de Turingia-Hesse y según los registros y leyendas, el matrimonio estuvo caracterizado por amor correspondido y felicidad.
Isabel se quedó viuda siendo aún joven, dedicó su riqueza a los pobres, construyó hospitales.
A partir de su canonización en 1236 se convirtió en un símbolo de caridad cristiana para toda Europa, extendiéndose su culto muy rápidamente y profundamente desde los territorios germánicos, polacos, húngaros, checos, hasta los italianos, ibéricos y franceses.

Virgen María

Mujer judía de Nazaret en Galilea que vivió entre finales del siglo I a.C. y la primera parte del siglo I d.C.
Según la narración bíblica en el Nuevo Testamento, y según el Corán, María fue la madre de Jesús de Nazaret.

Una segunda nota "técnica", no haremos distinción entre religiosos y laicos, cosa que ya hicimos con Clara de Asís, por ello, consideraremos entre los seglar a los religiosos franciscanos no clérigos:

San Luis de Francia


 25 de abril de 1214 — Túnez, 25 de agosto de 1270. Educado en la devoción y el misticismo por su madre, Luis IX combinó su tarea de gobierno con un ascetismo que ha sido destacado tanto por la hagiografía católica como por comentaristas laicos (Voltaire llegó a decir que "No es posible que ningún hombre haya llevado más lejos la virtud"). Por momentos parecía un anacoreta, entregándose a prácticas de mortificación como el hacerse azotar la espalda con cadenillas de hierro los días viernes, o actos de auto humillación como lavar los pies a los mendigos o compartir su mesa con leprosos.
Perteneció a la Orden franciscana seglar, fundada por San Francisco de Asís. Fundó muchos monasterios.
Asistió al Concilio Ecuménico latino de Lyon I, (convocado en 1245 y presidido por el Papa Inocencio IV); donde, además de deponer y excomulgar al emperador Federico II se convocó una cruzada (la séptima) de la que se designó a Luis IX al mando.

San Roque

No existe consenso sobre el lugar y fecha de su nacimiento. La tradición dice que nació en  Montpellier, entre los años 1295 o 1348/50 - 1317 o 1376/79.
Fue un peregrino laico que se desplazó a Roma. Recorrió Italia y se dedicó a curar a todos los infectados de la peste.
Su onomástica es el 16 de agosto. Santo protector ante la peste y toda clase de epidemias

San Benito de Palermo


Fraile italiano nacido en Sicilia en el año 1526 se cree que cerca de Mesina y fallecido en 1589 en Palermo.
De origen africano, fue hijo de esclavos y negro de piel,  ingresó en el convento de Santa María de Palermo. Su analfabetismo le relegó a la cocina del convento. Desde la cocina su piedad, su humildad y sobre todo los milagros que se le atribuyeron, sobre todo curaciones, le dieron gran fama, lo que le llevó a ser elegido prior en 1578. Después fue maestro de novicio, para después volver a ser cocinero, donde sus platos le daban fama de taumaturgo. Su fiesta se celebra el 4 de abril.

San Diego de Alcalá


Sevilla, 14 de noviembre de 1400 – Alcalá de Henares (Madrid); 13 de noviembre de 1463.
Vistió el hábito franciscano, como hermano lego en la Orden de los Frailes Menores de la Observancia. Fue misionero en Canarias donde llegó a ocupar el puesto de guardián del convento. Fue canonizado por el papa Sixto V en 1588 en la única canonización realizada por la Iglesia Católica durante el siglo XVI, ya a finales del mismo. Es considerado patrono de los Hermanos legos franciscanos (no clérigos) por haber sido el primer hermano lego canonizado en la Orden.
Su celebración tiene lugar el 13 de noviembre.

Fray Pedro de Bardeci



Nació en Orduña, (Vizcaya) en 1641, hijo de una familia acomodada y profundamente cristiana. Alrededor de 1661, emigró con sus hermanos José y Francisco hacia México. Una vez instalados, se dedicó al comercio del tabaco, que le proporcionó bienestar y dinero. Dado que algunas propuestas de los negocios lo alejaban de la rectitud y la justicia, decidió abandonar el negocio y se contrató como escribano en una nave que lo trasladó el año 1666 al Virreinato del Perú, estableciéndose en el Alto Perú, actualmente Potosí-Bolivia. Allí sirvió de ensayista de metales y pedagogo de dos jóvenes de una aristocrática familia.

Los testimonios recogidos relatan pasajes que destacan su amor a Cristo crucificado y a la Santísima Virgen María, llegando hasta nuestros días la crónica de sus contemporáneos relativa a su vida de austeridad y penitencia. En 1674 una imagen de la Virgen María lo guiará en su viaje a la ciudad de Santiago de Chile. El 8 de septiembre de 1675 ingresó al noviciado en la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad, perteneciente a la Observancia, en la Recoleta Franciscana de Nuestra Señora de la Cabeza y al año siguiente profesó las Reglas del Padre San Francisco.
Falleció  el 12 de septiembre de 1700 

San José de Nazaret



Según diversos textos neotestamentarios, el esposo de María, la madre de Jesús de Nazaret y, por tanto, padre terrenal de Jesús. Según los Evangelios, era de oficio artesano (en el original griego, «τεχτων»; Mateo 13:55a), lo que ya en los primeros siglos del cristianismo se concretó en carpintero, profesión que habría enseñado a su hijo, de quien igualmente se indica que era "artesano" (Marcos 6:3a). De condición humilde, aunque las genealogías de Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38, lo presentan como perteneciente a la estirpe del rey David. Se ignora la fecha de su muerte, aunque se acepta que José de Nazaret murió cuando Jesucristo tenía ya más de 12 años pero antes del inicio de su predicación. 


Y finalmente:


Si, Jesús de Nazaret es un laico. Es verdad no le podemos aplicar ninguna de las dos distinciones "católicas" que hicimos entre clérigos o laicos dentro de nuestra Iglesia, como tampoco a la Virgen María o a san José. Pero desde la fe y práctica judía de Jesús podemos afirmar:

En la época de Jesús existía algo parecido a nuestro ministerio ordenado, los levitas y el sacerdocio. En Israel las funciones cultuales fueron confiadas a los levitas [/ Levítico]. Los textos más antiguos relativos a Leví no hacen referencia al sacerdocio (Gén 34,25-31; 49,5ss); pero la bendición pronunciada por Moisés sobre la tribu de Leví atribuye a esta tribu las diversas funciones sacerdotales (Dt 33,8-11). La tradición referida en Jue 17 demuestra que se reconocía a los levitas una competencia especial para el culto (Jue 17,7-13). En el Pentateuco, el sacerdocio propiamente dicho fue confiado a "Aarón y a sus hijos" (Ex 28,1; Lev 8,1). Aarón, hermano de Moisés, era de la tribu de Leví. Los otros levitas fueron dados a Aarón para ayudarle en las tareas secundarias (Núm 3,5-10). Las genealogías de los libros de las Crónicas relacionan con la descendencia de Aarón a los sumos sacerdotes del templo de Jerusalén (1 Crón 5,27-41; 24,1ss). Así se afirmaba el principio del sacerdocio hereditario, que aseguraba la continuidad de la institución. A diferencia de los profetas, cuya vocación no dependía de su origen familiar, sino de una iniciativa imprevisible de Dios, los sacerdotes y los levitas eran tales en virtud de su pertenencia a una familia sacerdotal o levítica. Los antecedentes que tenemos de Jesús es que pertenecía o descendía de la tribu de Judá, por ende, no pertenecía a las familias sacerdotales. Así podemos afirmar sin dudas que Jesús era un laico.

En conclusión es bueno ver en un cuadro general los estilos y modos de vidas de estos testigos:

Casados
4
Padres
4
Viudos
1
Dedicados a asuntos de Estado
2
Religiosos
4
Dedicados a la atención de enfermos
3
Obreros
2
Dueña de Casa
1
Peregrinos
2
Comerciante
1








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