Publicado en Revista Nuestro Camino mes de Mayo de 2011.
Fecha Domingo III de Pascua, 08 de mayo de 2011.
Título: Venzamos a la decepción con el testimonio del amor.
Textos bíblicos: Hch 2, 14. 22-33; Salm 15; 1 P 1, 17-21; Lc 24, 13-35
Comentario a las lecturas.
La vida cristiana se define en ser testigos. A este Jesús Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos, nos dice Pedro. La resurrección de Jesús es parte de un plan de amor que se inicia cuando Dios creó, allí ya eligió a su Hijo muy amado para manifestar su bondad sobre sus criaturas, resurrección es, entonces, rescate, liberación, vuelta a la casa paterna, ya no como siervos sino como herederos. Resurrección es esperanza, que el destino de Jesús sea nuestro destino, y de ello debemos dar razón y testimonio en obras. Dios se hace responsable de su Creación y más que responsable se hace solidario con ella, la asume con su desobediencia y la rescata por la sangre preciosa de su Hijo. El seguidor de Jesús, que no sólo espera para una vida más allá de la muerte vivir como un resucitado, sino que debe existir en el hoy de su historia desde este don de la resurrección, asume la responsabilidad en el amor de todo prójimo. Así la resurrección se convierte en don y tarea.
En el primer domingo de Pascua se nos recordaba el exigente ideal de ser comunidad cristiana, que con tristeza debemos reconocer la distancia entre ese ideal y lo que logramos construir, este domingo se nos llama a volver del desencanto, no todos los cristianos viven el don y la tarea de manifestar la resurrección como un proyecto de vida, no son pocos los cristianos que manifiestan la muerte del ideal: la indiferencia o la indolencia hacia el prójimo o hacia la creación. Nuevamente, sólo el encuentro con el Crucificado que ha Resucitado, ese hombre con una historia trágica que huele a fracaso ante los ojos de sus discípulos, pero reivindicado por el amor de Dios, que no puede permitir que el don de su salvación, la sangre preciosísima de Jesús, se pierda. Esta vez se manifestara en la riqueza del encuentro con la Palabra y del partir el pan, signo claro de la Eucaristía. La decepción, de mi propio pecado o del pecado de los demás, se vence alimentándose de la Palabra y de la Comunión, que no consiste sólo en un acto ritual, oír o comulgar en misa, sino en una acción existencial, hago de mi vida una acción de gracias y comunión viviendo el don de la resurrección de Jesús y mía, en el día a día.
Preguntas
¿Cuáles son mis decepciones conmigo mismo, en cuanto discípulo de Jesús? ¿Cuáles son mis decepciones como miembro de una comunidad, en cuanto al compromiso o al testimonio? ¿Cuánto me falta para volver de esa decepción? ¿Cómo esta mi vivencia de hombre o mujer reconciliado y resucitado en Cristo en mi vida familiar, social y de iglesia?
Fecha: IV Domingo de Pascua, 15 de mayo de 2011.
Título: El Buen Pastor
Textos bíblicos: Hch 2, 14. 36-41; Salm 22; 1 P 2, 20-25; Jn 10, 1-10
Comentario a las lecturas.
¿Quién quiere en este tiempo ser oveja? A través, de los medios de comunicación se nos presenta la exaltación del modelo del líder o del pastor, en cierto modo todos deseamos ser quienes lideremos la iglesia, la sociedad o la comunidad. Claro, el pastor exaltado en nuestros tiempos dista mucho de Jesús y su modelo de pastor, hoy deseamos ser pastores fuertes y exitosos, sin importar mucho cuales son los medios para llegar a serlo, se instaura la aceptación de la mentira, del pasar sobre los derechos del otro. Quizás nunca hemos tenidos más “pastores con piel de ovejas”, como en nuestros días. De allí viene el primer discernimiento querido en la Iglesia, ¿Cuáles son nuestros modelos de liderazgo y a cuáles aspiramos en la comunidad de fieles y en la sociedad? ¿Y cuanto tienen del modelo vivido y enseñado por el Buen Pastor? El encuentro de los obispos en Aparecida invita a la Iglesia Latinoamericana a discernir sus estructuras pastorales y este criterio sobre nuestro liderazgo eclesial y social debe ser fundamental a la hora de preguntarnos que mantener, que purificar, que reformar, que renovar y que crear.
La comunidad de los seguidores de Jesús debe poner su confianza total en quien es el Pastor y la Puerta para las ovejas, este es un Dios al servicio de su Creación, su amor lo impulsa a crear, a sostener, a salvar y a esperar el retorno de lo amado a su fuente, el Padre de Jesucristo. Como es el verdadero y único Pastor, su voz es escuchada y seguida, podrá querer ser usurpada o manipulada por este mundo corrompido, como dice la Primera Lectura, pero el Espíritu dado a las “ovejas”, les hace mirar a quien traspasaron y a reconocer en Él la regla de vida: Así como el Pastor nunca busco o deseo la destrucción del prójimo, aún de aquellos que lo hirieron o abandonaron o negaron, sino su salvación, quien sigue al Pastor verdadero sabe que puede llegar a ser víctima más nunca victimario.
Como es la verdadera y única puerta, sólo en Él puede haber vida y no cualquier vida sino sobreabundante. La vida que el Buen Pastor promete es de buena calidad, por lo tanto, nuestra opción por la vida no puede detenerse en estar contra el aborto, la eutanasia o la pena de muerte, sino que debe ser integral, lo anterior unida a la calidad de vida, en lo económico, en la salud, en lo laboral, en lo eclesial y en lo cultural, la solidaridad se convierte, de este modo, en el verdadero compromiso pro-vida. No asumir esta integralidad de la opción por la vida, es jugar, por ingenuidad o por falta de critica o discernimiento, del lado de quienes buscan manipular y servirse de nuestros valores para intereses egoístas o partidistas.
Finalmente, el salmo nos dice que el Pastor, que es el Señor, lleva una vara y un cayado, imagen fuerte de Jesús, con el cayado guía a su pueblo y con la vara ahuyenta y protege a su rebaño de los lobos, incluso de aquellos que quieren ocupar su lugar de pastor con artimañas y artilugios, pero que por la fe en la resurrección sabemos que no vencerán.
Preguntas
¿Me dejo conducir por Jesús, su Palabra y su Testimonio? ¿Cuáles son los modelos de liderazgo que descubro en mi comunidad? ¿Cuáles encuentro más cercanos al Evangelio y cuáles más necesitados de conversión? ¿Cómo està mi compromiso con la vida?
Fecha V Domingo de Pascua, 22 de mayo de 2011.
Título: Jesús es verdader Camino, Verdad y Vida.
Textos bíblicos: Hch 6, 1-7; Salm 32; 1 P 3, 4-9; Jn 14, 1-12
Comentario a las lecturas.
San Juan, durante esta Pascua, nos irá enriqueciendo con una serie de títulos que sirven para ir profundizando en la pregunta más importante para cualquier creyente ¿Quién es este Jesús crucificado que ha resucitado? La semana pasada nos invitaba a descubrirlo como Pastor y como Puerta, hoy nos dice que es el Camino, la Verdad y la Vida. Jesús es el Camino que lleva de retorno a la casa del Padre, en la primera lectura se da la gran pista de los tres elementos por los cuales hacemos camino en Jesús: la oración, el servicio a la Palabra y el atender las mesas de los huérfanos y de las viudas. Estos tres elementos los descubrimos en Jesús, hombre orante, hombre que hace la obra de Dios, que se sienta, acompaña y contiene a los pobres y pecadores de su entorno. Este camino esta en la Iglesia, ella es escuela de oración, educa y vive la relación sacerdotal de cada bautizado; es escuela de liturgia, acto público de adoración a Dios, educa la comunión entre lo celebrado y lo vivido; es escuela de solidaridad, acto público del amor al prójimo, allí están los comedores, los hogares de niños o de ancianos, y la búsqueda permanente de atender a los pobres y necesitados que nos toca encontrar en el día a día.
Jesús es la Verdad, una verdad que no es simplemente información, sino transformación desde el corazón, verdad pascual que invita a pasar de las tinieblas a la luz admirable. Y ¿Qué verdad es esa? Que alguien te ama y te espera, que alguien esta dispuesto a dar la vida de aquel que más ama, su Hijo amadísimo, por ti. Que ese amor se expresa en el testimonio del mismo Hijo, que hace las obras del Padre, en Él se revela ese rostro paterno-materno de Dios, este Jesús que se sienta a la mesa de pecadores y publicanos, que exhorta al cambio de vida, es rostro de su Padre. Y quien ama espera, espera tu cambio, que descubras tu verdadera realidad y potencialidades, que salgas de la mala conciencia del miedo a Dios, a su voluntad o a su acción en la historia, eres piedra viva y no sola, sino unida a otras, construyendo el amor y la espera de Dios. Este amor sentido, experimentado y profundizado en la vida del creyente son las obras maravillosas que debemos anunciar, la mejor evangelización es dar cuenta de todo el bien que Cristo ha hecho en nosotros y de cómo devolvemos ese bien por bien en el amor al prójimo.
Jesús es Vida. ¿Qué es la vida? ¿Sólo el paso rutinario de las páginas de un calendario?¿Sólo una experiencia de agonía? La Vida sin el fundamento de Cristo puede desembocar en el sin sentido de pensarla como destinada a la nada o a un accidente natural. La vida es ante todo un don y una tarea, don porque nadie elije ser llamado a ella y una tarea porque el día a día puede ser vivido desde el egoísmo y sus pequeñeces o desde la grandeza de la entrega al otro, yo me hago don. De esto último Jesús dio testimonio desde el primer momento de su encarnación en el vientre de María, la impulsa a ser solidaria con Isabel, como impulsará a sus discípulos a abandonar toda pretensión de poder, de autosuficiencia, para poder abandonarse en Él. Vida es entonces entrega y abandono en aquel que nos ama y espera, espera que donde Él estuvo, con los pecadores y los pobres, y está, ocupando su lugar en su casa del Padre, allí lleguemos nosotros, no por nuestros meritos, que son pocos, sino por la gracia de Quién nos esta preparando un lugar.
Preguntas
¿Jesús es una propuesta de Camino para mi vida? ¿Cómo esta mi caminar en la vida de oración, de escucha de la Palabra y solidaridad? ¿Cómo he ido avanzando en mi vida en el descubrimiento del rostro paterno-materno de Dios? ¿Cómo estoy viviendo mi vida? ¿Cuál es el proyecto de vida cristiana que voy desarrollando en mi día a día?
Fecha VI Domingo de Pascua, 29 de mayo de 2011.
Título: Hch 8, 5-8; 14-17; Salm 65; 1 P 3, 15-18; Jn 14, 15-21
Textos bíblicos: La alegría es el nombre de la gracia.
Comentario a las lecturas.
¿Cuál es el mayor miedo que padece el ser humano? Sin lugar a dudas, el mayor de nuestros temores es quedar solos, es un temor que nos acompaña desde niños, la idea del abandono de los que nos aman, de su desaparición y de estar en este mundo desolados y sin rumbo. Ese es también el miedo que pueden padecer los discípulos de Jesús y de allí la importancia del Espíritu Santo, como don para ella. Pueden padecer del miedo cuando parece que la falta de testimonio domina el escenario de la Iglesia, cuando se hace invisible la solidaridad, la atención a nuestros “huérfanos y viudas”, y parece imponerse el ritualismo o el farisaísmo, que agota la fe en el cumplimiento de normas y celebraciones. El Espíritu recuerda el dinamismo de la fe: la fe es amar como Cristo amó, esto denuncia las ideologías que quieren una Iglesia de sacristía sin compromiso con el hombre o con la tierra, nada hay más social ni más transformador de las estructuras que la acción solidaria. La fe es testimonio de nuestra esperanza, no esperamos la venganza de los “buenos” ni la aniquilación de los “malos”, sino que con sencillez y respeto esperamos el triunfo definitivo del bien sobre todo padecimiento.
El hombre que descubre que nunca quedará solo, el creyente que se deja atravesar por el Espíritu, se le nota, es hombre de alegría. La alegría es el sello de los cristianos, no hay peor testimonio que un catequista o un religioso o un fiel saliendo de celebrar la Eucaristía con cara larga o sombría o entristecido. Es la alegría el fruto de la gracia, de eso da cuenta Felipe en la primera lectura, es discípulo lleno de Espíritu que convoca por su testimonio, muchos poseídos salían los espíritus inmundos, lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados quedaban curados, es decir, quienes estaban entristecido encontraban razones para alegrarse. Ya no estamos solos y esa es la mejor noticia que podemos compartir.
Preguntas
¿Me siento de parte de la gran familia de los seguidores de Cristo? ¿Me siento unido al Espíritu de Jesús? ¿Soy un cristiano que expresa la alegría de ser amado por un Dios capaz de dar la vida de su Hijo muy amado por mí?
Fecha 05 de junio de 2011. La Ascensión de Señor.
Textos bíblicos: Hech 1, 1-11; Salm 46; Ef 1, 17-23; Mt 28, 16-20
Comentario a las lecturas.
¿Qué hacen ahí viendo el cielo? ¿Acaso no han comprendido que el que subido atraviesa todo lo que ven? ¿No comprenden que se ha quedado en la pequeñez, en la sencillez y en la cotidianidad del pan y del vino? Este es un Dios cercano, cabeza de esta su Iglesia. Deja de mirar el cielo, Jesús habita entre los hombres en la historia y en los corazones disponibles para el amor. El riesgo de vivir “pegado” con la mirada en el cielo, es que se te pase las visitas del Señor en tu vida y en la historia, que no puedas ver los obstáculos del camino y no descubras que haces camino al andar con otros hombres y mujeres creyentes y de buena voluntad. Jesús sube al cielo, pero no para quedarse, sino para hacerse más presente por la comunidad, por la Eucaristía y su Palabra, por los pobres y la creación. Esperamos su presencia definitiva, la que llamamos segunda venida, mientras somos testigos de sus nuevos retornos mediados por la Iglesia, cuando dos o más estén reunidos en mi nombre allí está, cuando atendemos a un desnudo, a un desolado, con Él lo hacemos; cuando testimoniamos la Palabra o la Eucaristía haciéndonos responsables del otro, de su dolor, de su agonía, verificamos en la historia su presencia. Él es cabeza de la Iglesia, por lo tanto, donde esta su Iglesia, que es más que estructuras y más que testimonios humanos, allí su presencia medida se manifestará. Sí el hombre o la mujer de nuestro tiempo se empeñan en buscar en el cielo o en el neopaganismo o en el vacío las respuestas a su vida y la salvación ¿de quién será la culpa?
Cuando se deja de vivir fijos con la mirada en el cielo, y se comienza a mirar al horizonte, donde habita el prójimo, se descubre el sentido de la misión, no somos comunidad para quedarnos encerrados en nuestros ritos o en nuestra ética o en nuestras piedades, todas buenas, pero con un norte: Evangelizar, portar la Buena Noticia a todos los pueblos, nadie queda excluido de este anuncio. ¿Qué anunciar? ¿Las estructuras? ¿las jerarquías? Lo que debemos anunciar es primero lo vivido, somos descubiertos en el amor de Dios, y con Él vamos al encuentro del otro, desarmados y pequeños, pero engrandecidos por ese amor que se nos ha derramado. La Evangelización sólo tiene sentido, si entregamos lo que tenemos, lo que somos, pequeños pero amados, frágiles pero fortalecidos por la gracia de Jesús, su Palabra y testimonio, que hacemos regla de nuestra vida; y su Espíritu Santo que nos une y nos da certeza de su cercanía.
Preguntas
¿Dónde esta puesta mi mirada de fe, en el cielo o en el horizonte? ¿Cómo esta mi vivencia de las presencias de Cristo en mi vida y en la historia? ¿Le descubro en la Palabra, en la Eucaristía, en la comunidad reunida, en la solidaridad con el hermano, en la Creación? ¿Estas presencias son capaz de enviarme a ser buena noticia en mi familia, mi barrio, mi parroquia?
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